lunes, 16 de agosto de 2010

BENEDICTO XVI EN CASTELGANDOLFO




Castel Gandolfo (Italia), 15 Ago. 10 (AICA)

El Papa durante el Angelus en Castel Gandolfo

Un nutrido número de fieles y peregrinos se dio cita en la plaza central de la ciudad de Castel Gandolfo frente al Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en su introducción reflexionó sobre la Solemnidad de la Asunción de María, que la Iglesia celebra hoy, bajo cuya protección encuentra refugio toda la humanidad.

Asunción al Cielo de la Madre de Dios celebramos el pasaje de la condición terrena a la beatitud celeste de Quien ha generado en la carne y acogido en la fe al Señor de la Vida”, dijo el Santo Padre.

Seguidamente hizo notar que la “veneración a la Virgen María acompaña desde los inicios el camino de la Iglesia y ya desde el IV siglo surgen fiestas marianas: en algunas se exalta el rol de la Virgen en la historia de la salvación, en otras son celebrados los momentos principales de su existencia terrena”.

Asimismo recordó que “artistas de toda época han pintado y esculpido la santidad de la Madre del Señor adornando iglesias y santuarios. Poetas, escritores y músicos han rendido honor a la Virgen con himnos y cantos litúrgicos”.

“De Oriente a Occidente -prosiguió- la Todasanta es invocada como Madre celeste que sostiene al Hijo de Dios en los brazos y bajo su protección encuentra cobijo toda la humanidad: ‘Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita’”.
El Papa también reflexionó en torno a María a partir del Evangelio de hoy, en el que San Lucas “describe la realización de la salvación mediante la Virgen María. Ella, en cuyo vientre se hizo pequeño el Omnipotente, tras el anuncio del Ángel, sin duda alguna, se dirige con prisa donde su pariente Isabel para llevarle al Salvador del mundo… Las dos mujeres, que esperaban la realización de las promesas divinas, pregustan, ahora, la alegría de la llegada del Reino de Dios, el gozo de la salvación”.

Al finalizar Benedicto XVI exhortó a los presentes a encomendarse a quien “asunta al cielo no ha dejado de lado su misión de intercesión y de salvación. A Ella, guía de los Apóstoles, apoyo de los Mártires, luz de los Santos, dirigimos nuestra oración, suplicándole que nos acompañe en esta vida terrena y nos ayude a mirar al Cielo y acogernos un día junto a su Hijo Jesús”.

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