lunes, 30 de agosto de 2010

HOMILIA MONSEÑOR HESAYNE 29.08.2010

DIOS Y LA SOCIEDAD ARGENTINA

Los hombres y mujeres que pretendan construir sus vidas sin contar con Dios, se asemejan a quienes compran algún artefacto electrodoméstico y lo comienzan a usar sin tener en cuenta el manual correspondiente. Corren el riesgo de inutilizarlo y perjudicarlo. Se admita o no se admita, Dios es el creador del Ser Humano. Dios lo pensó y de acuerdo a su pensamiento fue creado cuanto existe. Hasta el lenguaje popular lo manifiesta con la expresión la “creación” para decir al conjunto de los seres.

Los que conocemos la Biblia sabemos que todo lo que está escrito en esa colección de libros está escrito para que sepamos vivir de acuerdo al proyecto creador del ser humano y gocemos el vivir la vida humana. Hay muchos libros que enseñan cómo vivir la vida humana. La importancia de la Biblia por sobre todos los libros del mundo entero en la historia de la humanidad, es que en la Biblia, escrita por hombres, todo su mensaje ha sido animado (inspirado) por el mismísimo Dios para orientación de los seres humanos, para que los hombres y mujeres de este mundo sepan vivir en perfecta armonía consigo mismo y con los demás y cuanto existe en el planeta tierra. En la Biblia se encuentra el camino que Dios ha trazado a los hombres para que encuentren su propia felicidad. Felicidad que se va adquiriendo en una vida armónica consigo mismo y con los demás. Es la Paz del corazón de cada persona y que desborda en las relaciones familiares, sociales, políticas. De esta suerte, solamente, personas que programan sus vidas personales conforme al plan de Dios son las que construyen una sociedad en Paz. Por eso, cuando se pretende una sociedad al margen de Dios acontece lo que en forma paradigmática aconteció según la Biblia en los comienzos de la historia humana. El primer libro de la colección bíblica llamado, precisamente, Génesis, narra la historia de la humanidad desde sus orígenes- Dios creo una Humanidad feliz. El prototipo es la pareja humana plenamente feliz en armónica convivencia. La armonía que disfrutaban se rompió. La pareja humana dejó de entenderse y en lugar de dialogar, discuten y se acusan mutuamente. Un hermano codicia los bienes de otro hermano. Para apropiarse de lo que no es suyo, mata a su propio hermano. La humanidad va creciendo en número y progresa en el orden técnico. Levanta grandes ciudades. Pero nada les sirve porque no se entienden entre ellos. Este hecho es llamado Babel: incomprensión de los seres humanos entre sí que se agotan buscando su propio bien y resulta la autodestrucción.

Miremos nuestra sociedad argentina actual. Una sociedad con todos los signos de una Babel. En su base: un Matrimonio amenazado en su identidad heterosexual; en su estructura cumbre: una Política convertida en “una empresa de poder” en expresión de un lúcido analista político. Y entre la base y la cumbre cunde el sin sentido de la existencia humana en las más diversas estructuras sociales, culturales, políticas. Por eso una inmensa mayoría argentina no sabe para qué vive sino es para “pasarla” lo mejor posible. De ahí que hasta un humorista describa nuestra sociedad actual en forma punzante: “Políticos, periodistas, chimenteros, figuras, figuritas, figurones y desfigurados/as por cirugías y camuflajes surtidos, desfilan formando una caravana a veces patética”. En lugar de un “pueblo en marcha” buscando el encuentro con Dios para lograr la plenitud del gozo de vivir, una sociedad dividida en donde las mismas estructuras creadas para una interrelación de unos a favor de los otros, son usadas para provecho de unos pocos en contra de una mayoría silenciosa y sufriente. La sociedad argentina está al borde de un caos social porque no hay suficientes ciudadanos constructores de la Paz. La Argentina de hoy necesita de hombres y mujeres que se pongan a saber qué significa vivir como seres humanos en un desarrollo integral. Necesita una ciudadanía educada en humanidad según el plan de Dios Creador.

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