El uso metodológico de la
respiración en la oración en clima afectivo-contemplativo, nos lleva casi
espontáneamente a una relación con el hesicasmo. El P. Ireneo Hausherr
ha tratado con amplitud el tema del hesicasmo en relación con el tercer
modo de orar[1], sin embargo no se muestra
demasiado entusiasta en encontrar semejanzas entre los dos métodos, más bien
subraya las desemejanzas, indicando que el único punto común entre el hesicasmo
y la oración enseñada por San Ignacio está en la participación del cuerpo en la
psicología de la oración. En la tradición ascética de la Compañía de Jesús no
faltan, sin embargo, practicantes fervientes del tercer modo de orar, llevado a
un nivel repetitivo casi inverosímil. Ya en el siglo XX el jesuita William
Doyle “respiraba” cien mil veces al día su oración-jaculatoria. Más
recientemente aún Juan Bautista Reus, un
jesuita muerto en 1947, recomendaba
“volar a Dios con frecuentes aspiraciones” y él mismo repetía
diariamente doce mil veces la jaculatoria “Jesús, José y María”.
Un
moderno resurgir de la oración repetitiva “respirada” podemos también
encontrarlo en los monjes que siguen la trayectoria iniciada por el autor
anónimo inglés del siglo XIV en su obra La
Nube del No-Saber. En esta perspectiva se sitúa el monje
benedictino John Main , el
cisterciense Basil Pennington[3] y su
sucesor el trapense Thomas Keating[4].
La
oración por anhélitos puede ser una importante ayuda para introducir a los
ejercitantes en una sencilla vida contemplativa-afectiva[5]. Con
la flexibilidad y creatividad sugerida por el mismo Directorio[6] y con
el estímulo de los modernos métodos contemplativos de inspiración oriental y
neo-hesicasta, los ejercitantes podrán encontrar en esta modalidad de oración
un horizonte abierto hacia la comunión con Dios por medio del continuo deseo y
afecto incesantemente repetido. El método de meditación zen, tan atento al ritmo respiratorio de los
meditantes, ha sido también adaptado a
los Ejercicios por algunos jesuitas
en diálogo con la tradición budista
japonesa. B. Senécal propone un retiro llamado “Zazen y Ejercicios
Espirituales”[7], insistiendo sobre todo en
la concentración del ejercitante en el ritmo respiratorio y en la disciplina
corporal exigida por el método zen; Juan Catret[8], ofrece
Ejercicios personalmente guiados por medio de koans o breves frases paradójicas
tomadas de la Sagrada Escritura, para ser repetidas, respiradas y meditadas en
cada meditación.
Mariano Ballester, SJ,
Diccionario de Espiritualidad Ignaciana.
[1] Les Exercices Spirituels de
Saint Ignace et la méthode d’oraison hésychaste, en : Orientalia
Christiana Periodica 20(1954), pp.7-26.
[2] Cf por ejemplo J. Main, Maranatha,
Lumen, 1993
[3] Centering Prayer : Renewing an
Ancient Christian Prayer Form, Doubleday, 2001.
[4] Foundations for
Centering Prayer and the Christian Contemplative Life : Open Mind, Open Heart ;
Invitation to Love ; The Mystery of Christ, Continuum, 2002.
[5] Así lo presenta también
A. Tejerina: Tres modos de orar, en: Manresa 69(1997) pp. 63-66.
[6] D 741, 268.
[7] Une retraite “Zazen-Exercices
Spirituels”, en : Cahiers de Spiritualité Ignatienne, 102
(2002), 75-86.
[8] ¿Dar Ejercicios
Espirituales con “paradojas bíblicas”?, en: Manresa 65(1993), 63-77.
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