ES MAS LO
QUE NOS UNE QUE LO QUE NOS SEPARA
En círculos
interreligiosos, Eckhart es a menudo comparado con uno de sus contemporáneos,
el maestro Zen japonés Dogen, porque de muchas maneras, su estilo de enseñanza
y predicación, al igual que el de un maestro Zen, intenta impactar al oyente
para introducirlo a un encuentro radical y disfrutado, con el Evangelio de
Jesús.
¿Cómo sería hoy la ciudad de Jerusalén si los
judíos, cristianos y musulmanes se reunieran cada mañana para compartir desde
cada uno, la música sagrada y el canto? ¿Irreal? Tal vez sea tiempo de expandir
un poco los límites de nuestra imaginación.
Lo que los místicos denominan magnanimidad: vivir
con un alma grande y un corazón expansivo. Es el significado del título Mahatma
– Alma Grande – otorgado a Gandhi, un hombre cuyo corazón y cuya alma crecieron
lo suficiente para abrazar a todo el mundo.
Nuestro mundo es simplemente demasiado pequeño y
bello para continuar construyendo paredes que nos separen. Solamente a través
del diálogo interreligioso podremos vislumbrar la belleza y las diferentes y
profundas intuiciones de las tradiciones espirituales del mundo.
Juan Pablo II escribió acerca de este tema:
“Somos todos hermanos y hermanas y, como peregrinos
en esta tierra, aunque por diferentes caminos, estamos todos en nuestro camino
a la Patria
común en donde Dios, a través de formas sólo conocidas por El, no cesa de
guiarnos. La ruta principal de la misión es el diálogo sincero… El diálogo
habla a los demás con respeto y comprensión, estableciendo los principios en
los que creemos, proclamando con amor las verdades más profundas de la fe que
son el gozo, la esperanza y el sentido de la vida.”
El Monje Budista Thich Nhat Hanh señala:
“Para que el diálogo sea fructífero, debemos vivir
profundamente nuestra propia tradición, y al mismo tiempo, escuchar
profundamente a los otros. A través de la práctica del profundo mirar y
escuchar, nos liberamos, y somos capaces de ver la belleza y valores en nuestra
tradición al igual que en las otras”.
Sin lugar a dudas que los creyentes de las distintas confesiones religiosas necesitamos un alma grande para abrazarnos espiritualmente y ahondar en lo que nos une... que en definitiva es el sentido de trascendencia del hombre.
ResponderEliminarGracias Patricia por tu hermoso comentario. Perdón por tardar en responderte. El Espíritu UNE, SIEMPRE UNE. Un abrazo fuerte.
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