martes, 22 de enero de 2013

EXPERIENCIA DE DIOS

 

No hay necesidad de separar demasiado las cosas del mundo de la experiencia de Dios. En una persona purificada la separación entre lo interior y lo exterior deja de existir.

Esta unidad entre lo interno y lo externo se hace evidente en el relato del peregrino ruso, que unía el movimiento de la respiración con su invocación a Jesús. La relajación y el estado de concentración que se produce gracias a este ejercicio, lejos de encerrar a la persona en sí misma, la saca de su pequeño mundo y amplía su capacidad de encuentro, de contacto, de amor hacia todo lo demás.

Por eso tenemos que decir que los ejercicios de respiración, de relajación o de concentración, vividos en unión con Jesús, pueden ser una verdadera cooperación con la gracia de Dios para que la vida divina llegue a todos los sectores de la propia existencia -el cuerpo, el sistema nervioso, la emotividad, etc.- de manera que podamos gozar en la presencia de Dios con todo nuestro ser. Pero particularmente se trata de encontrar a Jesús en todas las cosas, sin separarlo de ninguna experiencia que nos toque atravesar (tanto buenas como malas). Porque Jesús está, y por eso ya no existen las semanas oscuras, los días sin sentido, los instantes abandonados, la soledad o el desamparo. Con Jesús en tu vida podrías descubrir qué sentido tiene cualquier cosa que te pase, y saldrás adelante. 

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