domingo, 7 de abril de 2013

Misa del Papa en Santa Marta: En el nombre de Jesús


Sólo en el nombre de Jesús está nuestra salvación. Sólo Él puede salvarnos, y nadie más. Mucho menos los modernos «magos» con las improbables profecías del tarot que cautivan y engañan al hombre moderno.
Precisamente en el nombre de Jesús el Papa Francisco centró la reflexión del 5 de abril por la mañana, viernes de la octava de Pascua, en la misa que celebró en la capilla de la Domus Sanctae Marthae, con la participación de los sediarios pontificios y los responsables, empleados y religiosos de San Juan de Dios que trabajan en la Farmacia vaticana.
El Pontífice partió de la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles (4, 1-12), para reflexionar sobre el valor y el significado del nombre de Jesús. El pasaje propone el episodio de Pedro y Juan que, arrestados por predicar al pueblo la resurrección del Cristo, fueron llevados ante el Sanedrín. Al preguntarles porqué curaron al hombre tullido junto a la puerta del Templo, Pedro responde: «Ha sido el Nombre de Jesucristo Nazareno». En el nombre de Jesús, repitió el Papa, y agregó: «Él es el Salvador; este nombre, Jesús. Cuando uno dice Jesús, es precisamente Él, es decir, el que hace milagros. Y este nombre nos acompaña en el corazón».
También en el Evangelio de san Juan, agregó el Papa, los apóstoles un poco fuera de sí «porque no había pescado nada durante toda la noche, cuando el Señor les preguntó si tenían algo para comer» no teniendo nada, respondieron que no de un modo un poco brusco. Pero «cuando el Señor les dice “echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”, tal vez pensaron en la ocasión que el Señor había dicho a Pedro de ir a pescar y él respondió: “No hemos pescado nada en toda la noche, pero en tu nombre echaré las redes”».
Retomando los Hechos de los Apóstoles, el Papa Francisco explicó que «Pedro revela una verdad cuando dice: “lo hicimos en el nombre de Jesús”» porque él responde inspirado por el Espíritu Santo. En efecto, nosotros, prosiguió, «non podemos confesar a Jesús, no podemos hablar de Jesús, no podemos decir algo sobre Jesús sin el Espíritu Santo». Es precisamente el Espíritu Santo quien «nos impulsa a confesar a Jesús o a hablar de Jesús o a confiar en Jesús». Y es justamente Jesús quien está a nuestro lado «en el camino de nuestra vida, siempre».
El Pontífice contó luego una experiencia personal, vinculada al recuerdo de un hombre, padre de ocho hijos, que trabaja desde hace treinta años en el arzobispado de Buenos Aires. «Antes de salir, antes de ir hacer lo que tenga que hacer —dijo— susurraba siempre para sí: “¡Jesús!”. En una ocasión le pregunté: “¿Por qué dices siempre Jesús?”. “Cuando digo ’Jesús’, me respondió este hombre humilde, me siento fuerte, siento que puedo trabajar, porque yo sé que Él está a mi lado, que Él me protege”». Sin embargo, subrayó el Papa, este hombre «no ha estudiado teología: tiene sólo la gracia del bautismo y la fuerza del Espíritu». Y «su testimonio —confesó el Papa Francisco— me ha hecho mucho bien a mí. El nombre de Jesús. No hay otro nombre. Tal vez nos hará bien a todos nosotros», que vivimos en un «mundo que nos ofrece tantos “salvadores”». A menudo «cuando hay problemas —advirtió— los hombres no confían en Jesús, sino en otras realidades», recurriendo tal vez a sedicentes magos «para que resuelvan las situaciones», o bien «van a consultar el tarot» para saber o comprender qué hacer. Pero no es recurriendo a magos o al tarot donde se encuentra la salvación: la salvación está «en el nombre de Jesús. Y debemos dar testimonio de esto. Él es el único salvador».
Luego hizo referencia al papel de la Virgen María. «La Virgen —dijo el Pontífice— nos lleva siempre a Jesús. Invocad a la Virgen, y Ella hará lo que hizo en Caná: “Haced lo que Él os diga”». Ella «nos conduce siempre a Jesús. Es la primera en obrar en el nombre de Jesús». Finalmente, el Papa concluyó expresando un deseo: «Quisiera que en este día, que es un día en la semana de la Resurrección del Señor, pensáramos en esto: confío en el nombre de Jesús; rezo “¡Jesús, Jesús!”».

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