La
unidad inseparable del silencio y la oración monástica, nos dice Thomas
Merton, fue bien descrita por un monje sirio, Isaac de Nínive:
Muchos buscan con avidez, pero el único que encuentra es el que permanece en silencio continuo...Todo hombre que encuentra sus delicias en una multitud de palabras, aunque diga en ellas cosas admirables, está vacío interiormente. Si amas la verdad, sé amante del silencio. El silencio como la luz del sol, iluminará a Dios en tí y te librará de los fantasmas de la ignorancia. El silencio te unirá al mismo Dios.
Ama el silencio por encima de todas las cosas; te trae el fruto que la
lengua no alcanza a describir. Al principio, tenemos que forzarnos a
guardar silencio, pero entonces nace algo que nos atrae al silencio.
Que Dios te conceda experimentar ese "algo" que nace del silencio.
Que Dios te conceda experimentar ese "algo" que nace del silencio.
Con
solo practicarlo, como consecuencia de tu esfuerzo, te inundará una luz
inenarrable...y después de un breve tiempo, una cierta dulzura nace en
el corazón de este ejercicio y el cuerpo se siente embebido, casi por la
fuerza, para permanecer en silencio.
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