El
camino hacia ese lugar de silencio pasa por la oración y la meditación.
Cuando la persona se adentra en el lugar de quietud que hay en su
interior, entonces crece en ella el sentimiento de libertad y confianza.
Crece el sentimiento del propio valor. Crece el sentimiento de libertad
y confianza. Es el sentimiento de que la persona tiene un núcleo
divino, que es el espacio de silencio y quietud en el que sólo Dios
habita, y sobre el que este mundo no tiene poder ninguno. El yo de la
persona no es más que una etapa; el nosotros es un fin y la soledad un
medio para percibir los valores.
J. L. Vázquez Borau
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld, 2013
J. L. Vázquez Borau
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld, 2013
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