Trabajo hecho por mí en un exámen de Teología.
"¿Quién es para usted el Dios cristiano? ¿Qué ha comprendido de El?
Para mí el Dios cristiano es un Dios que se acerca, que se deja encontrar, un Dios único que es esencialmente amor y que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesucristo revela esa bondad misericordiosa de Dios, padre de todos los hombres, que va en busca del que se ha perdido y lo salva.
Jesús, que nos revela ese rostro del Padre, n os enseña además a relacionarnos con El: a vivir una experiencia única, transformante y divinizante de nuestro ser a partir del saber escucharlo (contemplación).
Para mí es un Dios que se hace cognoscible y experimentable tanto en forma natural, a partir de las cosas creadas que reflejan su hermosura, como así también a partir de la Verdad Revelada en la cual se nos presenta como el que existe desde la eternidad, habita en el cielo y gobierna la tierra; todo es dispuesto por su Providencia y existe por su omnipotencia sin que El tenga que dar cuenta a nadie de sus inescrutables designios (representación bíblica de Dios).
Sin embargo, he aprendido que el conocimiento natural de Dios deberá estar ILUMINADO POR LA FE. Fe y razón son ambas don de Dios y usadas JUNTAMENTE nos llevan fácilmente a un conocimiento más profundo de los misterios revelados para poder así transmitirlos en un lenguaje adecuado a las exigencias del hombre actual.
El conocimiento de Dios obtenido mediante la analogía de la fe es más profundo que el conseguido mediante la analogía natural porque la analogía de la fe hace referencia a la enseñanza y actividad salvífica de Jesús que son realidades mucho más semejantes a Dios que las realidades creadas puramente naturales.
El Dios cristiano se nos revela TRINITARIO: Padre, Hijo y E. Santo en mútua relación de SUPREMA ARMONIA, enseñándonos que nosotros, hechos a su imagen y semejanza, también encontramos nuestra realización personal, cuando, a imitación suya, sabemos relacionarnos con nuestro prójimo y con El, o mejor dicho, con El en nuestros hermanos.
Este Dios no abandona al hombre rebelde, sino que lo perdona y le envía la liberación en la persona de su Hijo, el Verbo/Palabra encarnada. Precisamente, realiza la salvación porque es la VERDAD, es decir la perfecta correspondencia entre las promesas divinas y su realización.
Mi Dios es esperanza, un Dios que siempre pactó con el hombre; un Dios cuya justicia es esencialmente bondad y misericordia: fuente de salvación para el hombre al que justifica es decir, lo hace efectivamente justo delante de Dios.
Un Dios que nos viene a enseñar que la muerte y el sufrimiento, a partir de la muerte y resurrección del Hijo Unigénito, cobran ahora otro sentido y por lo tanto, han sido VENCIDOS definitivamente perdiendo su poder opresor sobre la humanidad. El nos ha LIBERADO del peso del dolor y de la muerte. Un Dios que, lejos de condenar la rebeldía del hombre, se solidariza con El, con su dolor y carga sobre sí los pecados del mundo, misterio que sólo es entendible en la clave del AMOR, un amor totalmente LIBRE. En Jesucristo Dios se hace cercano porque viene a sufrir por y con nosotros. Experimenta por dentro nuestro sufrimiento eligiendo libremente rebajarse, anonadarse, aceptando la muerte. Cristo lo hizo por AMOR: obedeciendo por amor al Padre, pero también aceptando la condición humana por amor a nosotros. Nuestro dolor, vivido en Cristo=Amor, tiene un carácter transitorio y una finalidad expiatoria y pedagógica.
Dios, mi Dios, es enemigo del mal, combate con nosotros contra el mal. De lo negativo del pecado y del sufrimiento, Dios sabe sacar lo positivo del perdón, de la expiación y la solidaridad con Cristo y con los hermanos, Dios, con suma sabiduría y amor, sabe sacar bien del mal, aunque por caminos que superan nuestra comprensión.
Por último, diré que mi Dios es un Dios creador que crea mediante el Verbo en el Espíritu Santo. Un Dios que ha creado por puro amor y que invita al hombre a continuar y perfeccionar su obra. Un Dios que quiere que compartamos su Gloria con El.
En la creación está involucrada toda la Trinidad.
En cuanto a sus atributos decimos que es Eterno, Invisible, Incorruptible, Inmortal, creador y Señor y que es absolutamente inabarcable y sólo pálidamente descriptible por medio de criterios de semejanza e imágenes humanas. Sin embargo, accesible por la GRACIA, don gratuito de Dios. Por eso decimos que es totalmente necesario que la reflexión teológica esté iluminada por una FE VIVA animada por el AMOR y que se transfigure en ORACIÓN. A través de la experiencia contemplativa guiada por el Espíritu Santo, el Hijo nos revelará, si es Su Voluntad, al Padre según su promesa: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Este camino hacia el misterio de Dios tendrá un Sello Trinitario pues nuestros pasos se dirigirán hacia el Crucificado, será recorrido con la ayuda del Espíritu Santo y, al final, nos arrojará en los brazos de un Padre que nos ama desde siempre.
Por eso el encuentro con el misterio de Dios no se reduce al mero conocimiento sino que supone un movimiento hacia El de TODO el hombre que comprende conjuntamente conocimiento, libertad y amor.
El es el Santo, el Totalmente Otro.
“YO SOY EL QUE SOY”.
Para mí el Dios cristiano es un Dios que se acerca, que se deja encontrar, un Dios único que es esencialmente amor y que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesucristo revela esa bondad misericordiosa de Dios, padre de todos los hombres, que va en busca del que se ha perdido y lo salva.
Jesús, que nos revela ese rostro del Padre, n os enseña además a relacionarnos con El: a vivir una experiencia única, transformante y divinizante de nuestro ser a partir del saber escucharlo (contemplación).
Para mí es un Dios que se hace cognoscible y experimentable tanto en forma natural, a partir de las cosas creadas que reflejan su hermosura, como así también a partir de la Verdad Revelada en la cual se nos presenta como el que existe desde la eternidad, habita en el cielo y gobierna la tierra; todo es dispuesto por su Providencia y existe por su omnipotencia sin que El tenga que dar cuenta a nadie de sus inescrutables designios (representación bíblica de Dios).
Sin embargo, he aprendido que el conocimiento natural de Dios deberá estar ILUMINADO POR LA FE. Fe y razón son ambas don de Dios y usadas JUNTAMENTE nos llevan fácilmente a un conocimiento más profundo de los misterios revelados para poder así transmitirlos en un lenguaje adecuado a las exigencias del hombre actual.
El conocimiento de Dios obtenido mediante la analogía de la fe es más profundo que el conseguido mediante la analogía natural porque la analogía de la fe hace referencia a la enseñanza y actividad salvífica de Jesús que son realidades mucho más semejantes a Dios que las realidades creadas puramente naturales.
El Dios cristiano se nos revela TRINITARIO: Padre, Hijo y E. Santo en mútua relación de SUPREMA ARMONIA, enseñándonos que nosotros, hechos a su imagen y semejanza, también encontramos nuestra realización personal, cuando, a imitación suya, sabemos relacionarnos con nuestro prójimo y con El, o mejor dicho, con El en nuestros hermanos.
Este Dios no abandona al hombre rebelde, sino que lo perdona y le envía la liberación en la persona de su Hijo, el Verbo/Palabra encarnada. Precisamente, realiza la salvación porque es la VERDAD, es decir la perfecta correspondencia entre las promesas divinas y su realización.
Mi Dios es esperanza, un Dios que siempre pactó con el hombre; un Dios cuya justicia es esencialmente bondad y misericordia: fuente de salvación para el hombre al que justifica es decir, lo hace efectivamente justo delante de Dios.
Un Dios que nos viene a enseñar que la muerte y el sufrimiento, a partir de la muerte y resurrección del Hijo Unigénito, cobran ahora otro sentido y por lo tanto, han sido VENCIDOS definitivamente perdiendo su poder opresor sobre la humanidad. El nos ha LIBERADO del peso del dolor y de la muerte. Un Dios que, lejos de condenar la rebeldía del hombre, se solidariza con El, con su dolor y carga sobre sí los pecados del mundo, misterio que sólo es entendible en la clave del AMOR, un amor totalmente LIBRE. En Jesucristo Dios se hace cercano porque viene a sufrir por y con nosotros. Experimenta por dentro nuestro sufrimiento eligiendo libremente rebajarse, anonadarse, aceptando la muerte. Cristo lo hizo por AMOR: obedeciendo por amor al Padre, pero también aceptando la condición humana por amor a nosotros. Nuestro dolor, vivido en Cristo=Amor, tiene un carácter transitorio y una finalidad expiatoria y pedagógica.
Dios, mi Dios, es enemigo del mal, combate con nosotros contra el mal. De lo negativo del pecado y del sufrimiento, Dios sabe sacar lo positivo del perdón, de la expiación y la solidaridad con Cristo y con los hermanos, Dios, con suma sabiduría y amor, sabe sacar bien del mal, aunque por caminos que superan nuestra comprensión.
Por último, diré que mi Dios es un Dios creador que crea mediante el Verbo en el Espíritu Santo. Un Dios que ha creado por puro amor y que invita al hombre a continuar y perfeccionar su obra. Un Dios que quiere que compartamos su Gloria con El.
En la creación está involucrada toda la Trinidad.
En cuanto a sus atributos decimos que es Eterno, Invisible, Incorruptible, Inmortal, creador y Señor y que es absolutamente inabarcable y sólo pálidamente descriptible por medio de criterios de semejanza e imágenes humanas. Sin embargo, accesible por la GRACIA, don gratuito de Dios. Por eso decimos que es totalmente necesario que la reflexión teológica esté iluminada por una FE VIVA animada por el AMOR y que se transfigure en ORACIÓN. A través de la experiencia contemplativa guiada por el Espíritu Santo, el Hijo nos revelará, si es Su Voluntad, al Padre según su promesa: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Este camino hacia el misterio de Dios tendrá un Sello Trinitario pues nuestros pasos se dirigirán hacia el Crucificado, será recorrido con la ayuda del Espíritu Santo y, al final, nos arrojará en los brazos de un Padre que nos ama desde siempre.
Por eso el encuentro con el misterio de Dios no se reduce al mero conocimiento sino que supone un movimiento hacia El de TODO el hombre que comprende conjuntamente conocimiento, libertad y amor.
El es el Santo, el Totalmente Otro.
“YO SOY EL QUE SOY”.
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