¿Alguna vez
te has escapado o has resuelto un conflicto, sólo para después sentirte solo y
fatigado, como si estuvieras recorriendo un desierto? El Señor parece estar
lejos. Él te ayudó durante la dificultad, ¿pero ahora dónde está él? Así
es como se sintieron los israelitas en la primera lectura de hoy. Después de
estar esclavizados y oprimidos y conquistados en la guerra, ellos se
sintieron derrotados por Dios en lugar de amados; ellos necesitaron su
fortalecimiento.
Una gran
maravilla del reino de Dios es que entre más abandonados nos sentimos, el
más trata realmente de ayudarnos. Cuando estamos cansados de nuestros
problemas, Dios tiene la restauración que buscamos. Sin embargo, puesto
que él parece estar tan lejos, tomamos nuestras propias decisiones. En esta
escritura, nosotros leemos que "descansaremos". Para recibirlo,
nosotros debemos simplemente detenernos. Dejar de hacer lo que estamos
haciendo.
Deja de
correr tras lo que piensas que necesitas. Deja de quejarte. Deja de
reaccionar como si tus sentimientos representan exactamente la verdad.
Fue en el
desierto que los israelitas fueron reforzados y fueron preparados para la Tierra Prometida; tuvieron que dejar de
correr hacia su destino y vagar lentamente alrededor del desierto, deteniéndose
por períodos largos. Fue en el desierto que Jesús fue reforzado y fue
preparado para su batalla contra Satanás; tuvo que tomar un tiempo sabático de
cuarenta-días para prepararse para su ministerio público.
"Te edificaré
y serás reedificada," Dios nos dice en esta lectura. El tiempo del
desierto es un período de descansar antes del reedificar. Si creyéramos
en la Palabra
de Dios, nosotros estaríamos celebrando con tambores (o las guitarras o los
pianos o CDs o lo que tengamos), gritando de alegría, proclamando la bondad de
Dios.
¡En el
salmo responsorial de hoy, Dios recomienda bailar y regocijarse! ¿Por qué? Porque él nos
protege como un pastor. En la
Tierra santa, los pastores todavía guían a sus rebaños a través
del desierto. Hay largos caminos entre parches de alimento, así que lo toman
lentamente. No hay prisa. Apurarse aumentaría su sed y los desgastaría bajo el
sol ardiente. Las ovejas no trepan como locas en busca de cumplir sus
necesidades, como nosotros lo hacemos. Simplemente confían en su pastor.
Dios es un
gran Pastor. Él se preocupa mucho más por nosotros que los pastores
humanos por sus ovejas. Él está con nosotros cada paso del camino. Si nos
asustamos y corremos, él no corre con nosotros, porque él no se asusta, y es
por eso que para nosotros parece como si estuviera muy lejos. Pero tan
pronto como nos detenemos - tan pronto nos atrevemos en confiar en nuestro
Pastor y nos permitirnos descansar, aceptando las condiciones del desierto en
vez de recorrer por aquí y por allá en busca de un paisaje diferente - podemos
sentir su cercanía tranquilizante.
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